La Ley de Tropa y Marinería celebra su X aniversario

La Ley de Tropa y Marinería celebra su X aniversario

Una norma desfasada que habría que modificar e incluir en una única ley para todos los militares

El próximo día 24 de abril, se cumplirán 10 años de la aprobación de la Ley 8/2006, de Tropa y Marinería. Llegado este momento, desde la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME), queremos hacer balance de lo que ha supuesto para nuestra escala la aplicación de la citada Ley, pero, sobre todo remarcar aquellos aspectos que consideramos que no han obtenido el desarrollo adecuado o, al menos, no en el grado en el que se debería haber producido. No en vano, hay que recordar que la Ley de Tropa y Marinería es la que rige nuestra carrera como militares, desde nuestro acceso a la escala hasta la posible adquisición de la condición de Reservista de Especial Disponibilidad.

Ya en el preámbulo de la citada Ley, el legislador advierte de la necesidad de crear una nueva norma   que suponga la satisfacción de los objetivos no alcanzados mediante el cambio de modelo de ejército de leva obligatoria al de ejército profesional. Así mismo, se citan como los propios objetivos, el conseguir el número deseado de soldados y marineros, para así evitar la alta temporalidad y de ese modo aprovechar la experiencia adquirida por los miembros de la escala de Tropa y Marinería. Aquí nos surge una primera duda, ¿por qué la experiencia de la Tropa y Marinería es sólo aprovechable hasta los 45 años? ¿por qué no aprovecharla durante toda su vida laboral? A estas preguntas añadimos una observación, y es que parece que en los últimos tiempos y bajo el paraguas de la crisis económica parecen haberse olvidado las loas a la experiencia, recogidas en el preámbulo de la Ley, y se ha intentado reducir el número de miembros de la escala de Tropa y Marinería por todos los medios. Ahora sí, viendo las cosas desde la perspectiva que da el tiempo, parece que sí se ha cumplido con el objetivo de evitar las constantes bajas voluntarias de las Fuerzas Armadas, sólo falta averiguar hasta qué punto esto se debe a la efectividad de la Ley de Tropa y Marinería o, por el contrario, se debe achacar al resto de factores sociales que se han ido desarrollando en paralelo a la vigencia de esta Ley, hasta nuestros días.

Adelantándonos al análisis más detallado de la situación, diremos que, según nuestra opinión, la Ley de Tropa y Marinería ha estado incompleta desde el mismo momento de su aprobación. Primero porque ha requerido de la aplicación supletoria de otra normativa, como por ejemplo la Ley 39/2007 de la carrera  militar, en lo referente al desarrollo de la carrera profesional del personal de la escala, algo que se nos antoja de entrada ilógico, ya que una de las razones de ser de la propia Ley es regular todo lo referente al mencionado desarrollo.

Ahora sí, entrando en materia, son varios los preceptos recogidos en la Ley 8/2006 sobre los que consideramos que el desarrollo efectivo de los cuales ha sido insuficiente o que se ha producido, pero a tenor de las circunstancias actuales, requieren una modificación. En primer lugar, hemos de tratar el apartado dedicado a la adquisición de la condición de permanente. Si en un principio los componentes de la escala podían tener más o menos esperanzas en alcanzar esta condición, en la actualidad, la práctica mayoría de los miembros temporales de la escala observan esta opción como prácticamente imposible, debido a la poca concreción de la ley al respecto. Esto ha producido que las condiciones efectivas para alcanzar la permanencia sean muy exigentes en cuanto a tiempos de permanencia, condecoraciones, cursos, etcétera, sumado a la cantidad de plazas convocadas, que no han superado las cien en los últimos dos años, ni lo harán en el presente. Esta cuestión nos enlaza con la siguiente: los ascensos. Como se puede observar en el artículo 89 de la Ley 39/2007 de Carrera Militar, los únicos ascensos dentro de una misma escala que requieren concurso o concurso oposición son los de tropa y marinería (a excepción del ascenso a Cabo Mayor), mientras que en el resto de escalas se producen por elección, antigüedad o clasificación. Sin duda, esto supone un agravio para nuestra escala difícil de justificar. A esto hay que añadir que los tiempos mínimos de permanencia para poder optar al ascenso son notablemente ampliados por medio de la convocatoria, fijando un determinado número de escalafón, lo que a modo de ejemplo práctico, está suponiendo que un soldado no pueda optar al ascenso hasta llevar cómo mínimo 7 años de servicio, y así en el resto de empleos de la escala.

En cuanto al cambio de especialidad, se puede decir que el Ministerio de Defensa está poniendo el acento en esta opción, bien en busca de unas mejores opciones de carrera profesional para los componentes de la escala o, bien por reparar anteriores errores de planificación. Ciertamente cada vez más compañeros se acogen a esta posibilidad, de lo cual nos tenemos que alegrar, pero también es cierto que muchos otros se muestran escépticos o reticentes, debido a las recurrentes modificaciones en la materia, con anuncios y “novedades” en cada campaña de promoción del cambio de especialidad, lo que evidencia una falta de proyecto sólido al respecto, con una explícita base normativa.

Los apartados de la Ley de Tropa y Marinería dedicados a la formación profesional y al cambio de actividad profesional, son reflejo de la buena voluntad del legislador, pero sin embargo son, sin miedo a equivocarnos, los que han obtenido un desarrollo más deficitario e irregular. La ley garantiza en su artículo 16 que los miembros de la escala “puedan adquirir, ampliar o actualizar sus conocimientos”. Lo cierto es que sí, se han convocado cursos de capacitación profesional, también cursos para la obtención del Título de Educación Secundaria Obligatoria, acceso a grados formativos, preparatorios para el ingreso en la Guardia Civil y la Policía Nacional, entre otros. Pero también es cierto que, éstos se han convocado de forma irregular, con accesos restringidos en número, o se han impartido en lugares alejados del destino con lo que ello conlleva. Por lo que el grado de aceptación de los mismos entre nuestros compañeros, ha sido más bajo de lo esperado, lo que algunos no han dudado en achacar (erróneamente) a la falta de interés por parte de la “tropa”. Más cierto aún que todo esto es que, también bajo el paraguas de la crisis económica, hace tiempo que no se convocan muchos de estos cursos. Lo que se refiere al cambio de actividad profesional es también paradigma de lo que podría haber sido y no lo es. Las plazas reservadas en las FCSE en caso de no cubrirse son obtenidas por personal civil, y en este caso el que se cubran por personal militar depende de la pericia del opositor y del criterio que siga el Ministerio del Interior, no siempre a favor de aprovechar la experiencia de los miembros de la escala de Tropa y Marinería. Así mismo, en los últimos tiempos se están convocando plazas para prestar servicios especiales en la Administración civil, pero nos parece curioso que a estas plazas sólo puedan optar militares de carrera, es decir, se deja de lado a todos los compañeros con compromiso de carácter temporal. Algo similar ocurre con la herramienta SAPROMIL, en la que se pretende favorecer la reincorporación laboral en el ámbito civil al personal militar, pero lo cierto es que la mayoría de perfiles ofertados responden a directivos o altos ejecutivos, con lo cual tampoco supone mayor beneficio para la escala y por tanto se continua sin desarrollar la normativa. En relación a lo anteriormente mencionado, desde ATME queremos poner el acento en el hecho de que en las ocasiones en que se han tomado decisiones para atenuar la falta de desarrollo normativo con respecto a la reserva de plazas en otras Administraciones, o que al menos se habían producido anuncios al respecto, éstas se han visto frenadas por la oposición frontal de partidos políticos y por los sindicatos de los respectivos ramos. Ante tales circunstancias, hemos echado de menos una posición firme frente a la mencionada oposición, ya que en primer lugar, nosotros, los afectados, no tenemos la posibilidad de rebatir las opiniones de dichas organizaciones y en segundo, tan solo se trata de cumplir lo que dicta la Ley.

En último término hemos de hablar de la figura del Reservista de Especial Disponibilidad. El legislador incluyó esta figura en un momento en el que se buscaba ofrecer alicientes para que los componentes de la escala permanecieran en las Fuerzas Armadas. Hace diez años España se encontraba envuelto en otro contexto social y económico. La figura del Reservista de Especial Disponibilidad podía parecer una buena solución, pero llegados a este momento y respetando a aquellos compañeros que sean favorables a esta posibilidad, hemos de decir que la consideramos del todo ineficaz. Ineficaz para los miembros de la escala, que deseamos seguir aportando a España nuestra experiencia sin tener fecha de caducidad. Ineficaz por considerar que se deja en la ‘cuneta’ a gente que ha ofrecido lo mejor de su vida a servir a España. Ineficaz para el Estado que deberá soportar un desembolso económico sin sentido, cuando podría ‘reaprovechar’ al personal que ha estado toda la vida a su servicio. Al mismo tiempo hemos de remarcar la ‘rumorología’ que se suscita al respecto desde muchos frentes sobre la viabilidad, posibles cupos, etcétera. En tal caso, la figura del Reservista de Especial Disponibilidad en la práctica es un interrogante, ya que el número de compañeros que han pasado a esta situación es poco significativo, cosa que cambiará progresivamente con el paso del tiempo y nos ofrecerá una visión más determinada sobre los problemas que habrán de afrontar los compañeros en esa situación.

Por todo lo anterior, en este décimo aniversario de la Ley de Tropa y Marinería, entendemos que ésta ha sido una Ley incompleta e incumplida desde el principio, por lo que nos despedimos defendiendo abiertamente la necesidad de modificar la Ley de Carrera Militar, para que incluya a la escala de Tropa y Marinería y de esta forma se nos equipare al resto de escalas y, por ende, al resto de personal al servicio de las Administraciones Públicas. Así mismo afianzamos nuestro compromiso de seguir persiguiendo este objetivo, así como de seguir trabajando para conseguirlo. mejorar en todo lo necesario las condiciones de la Tropa y Marinería Española.